domingo, 21 de febrero de 2010

Un invierno infernal



En Suecia he observado que les sobra imaginacion para crear letreros que nos indiquen, que nos guien y senalen la forma de conducirnos por esta bella ciudad. Y eso me encanta por que gracias a que los ciudadanos los respetan y se ajustan a ellos, se logra tener una tasa de accidentes viales super bajisima.

Con simples y logicos trazos, estos senalamientos son perfectamente comprensibles por cualquier ser humano, mas alla de los idiomas que nos puedan separan.

Cruce aqui, paso de peatones, no se permiten motos en esta via, no se permiten carros en esta via, hacia la derecha, no hay paso para alla, restaurante cerca, sanitarios cerca, tantos kms para el centro...en fin.

Lo que aun no he visto es un letrero que obraria como una suerte de respeto y consideracion hacia todos los demas, que dijera "Disculpe usted las molestias CAUSADAS POR ESTE PUTO CLIMA DE MIERDA"

miércoles, 17 de febrero de 2010


UN CHILE, MUCHOS CHILES


El otro dia me encamine a toda prisa a comprar unos chiles. En efecto, aqui en estas tierras se pueden comprar de vez en cuando unos buenos chiles jalapeños que me ayudan a preparar una deliciosa salsa para, no me lo van a creer, aderezar con un sabor mas familiar al omnipresente y mañanero pan con queso y jamon que por su simpleza, es tremendamente popular y no puede faltar.


Va a sonar totalmente ridiculo, pero cuando me acerque al estante donde estaban los chiles, tome uno, lo observe y sonrei, con sorpresa, con incredulidad y algun gramo de certeza, dije para mis adentros “ches weies”. El chile, que era nomas uno, estaba delicadamente envuelto en un papel celofan, con una etiquetita pegada informando el peso y la procedencia, y perfectamente sellado en la parte de arriba con un liston rojo. Jaaaaaa! Pensé, hasta parece un regalo.


Pero mas alla de eso, me quede pensando como una cosa tan pequeña y aparentemente sin relevancia, nos puede de hecho dar informacion fidedigna de toda una cultura. Creo que asi como este chile envuelto en celofan, son los suecos. “Individualistas” expreso un boliviano refiriendose a la forma de ser sueca, “self-centered, egoistones?”, pregunte, “no, individualistas, ya lo vas a entender” profetizo, y creo que finalmente he llegado a ese lugar, he llegado a puerto.

Los suecos, como que viven cada quien en su burbuja de cristal, en su muy personal papel celofan, aislados y seguros, con la relajacion que solo puede proporcionar la certeza de que no se tienen que rozar, ni mezclar con otros chiles. Estan juntos, pero no revueltos, conservan su estado favorito que es el de estar bastados y sobrados de si mismos.


El sueco puede vivir en un lugar 20 años e ignorar el nombre de sus vecinos, adora el confinamiento, sobre todo cerrar puertas y ventanas lo que le permite estar oculto de los ojos de los demas, de ser saludado, de recibir una sonrisa o de, en un caso extremo, entablar una innecesaria charla con una persona que han visto 50 mil veces, pero con la que nunca habian hablado. Los interiores de las casas son terrenos privados, aqui no entra ni el aire ni la mugre, para ello idearon unas ventilaciones interiores para eliminar olores, para ello idearon quitarse los zapatos en la entrada


Precisamente, por esa forma de ser tan individualista, son de afectos muy fragiles y bastante gelidos. Los adultos mayores acuden a hacer sus compritas en tremenda soledad, sin ayuda de nadie, alli van arrastrando las piernas lastimosamente, cargando con sus 90 años para todos lados, pienso que quiza tengan hijos que esten dedicados a sus propios business y sin capacidad afectiva o tiempo para dedicar a sus propios viejos, pero eso es normal, esta bien, vaya no es mal visto si no quieres ayudar a tus padres, es una postura muy respetable. Pero he tambien de reconocer, que algunos padres no estan ni muy preocupados ni mucho menos interesados en lo que hacen sus hijos, por que simplemente los consideran individuos con sus propias ideas y conductas y eso es digno de ser respetado, ellos saben lo que hacen.


La madre va empujando una carreola con un bebe adentro, va sumergida en cualquier actividad alternativa que la aleje de su hijo, leyendo, fumando, hablando por telefono...vaya hasta enchufada auricularmente a su ipod, todo esta considerado mas divertido e importante que prestar un poco de atencion al bebe, que por lo regular va callado, observando los alrededores y descubriendo que la vida es tremendamente aburrida si tienes un adulto tan cerca que te ignora, y tener que llamarle “mama”. Citare una escena de autobus: el niño atrapado en su carreola, hecho un mar de lagrimas, protesta y desesperado solicita la atencion materna, “mamma, titta, titta på mig”,(mama, mirame) con su voz toda temblorosa el peque. Se revuelve en mi la mas instintiva necesidad de calmarlo, de limpiar sus lagrimas y contarle algo increible que lo haga olvidar su llanto, observo a la mama...ella va placenteramente dormida. Esto es el individualismo sueco en su mas pura presentacion.


Consideran el respeto hacia los demas la esecia misma de la vida, pero ese respeto va adicionado con una indiferencia de fondo que sin duda se gesta durante la infancia, epoca en que los papas suelen solucionar todo sin pedir ayuda a sus hijos, precisamente por que los respetan.


El sueco evita el contacto visual, la confrontacion y cualquier momento social tenso, donde afloriarian sus limitadas capacidades de comunicacion, en cambio adora el encierro y dedicarse a actividades donde no sea necesario el intercambio verbal, como mirar la tele, estar en la computadora, jugar al solitario, pescar, trotar por el parque, pasear al perro, asolearse leyendo un libro, en fin.


Justo en el otro extremo estamos los mexicanos, lo siento yo asi. Y me salta a la mente como son acomodados los chiles en cualquier estante de tu supermercado favorito: en cerro, como una montaña, amontonados en una caja, desparramandose y precipitandose al suelo donde son pisados sin misericordia. Esto de estar amontonado es totalmente mexicano. Vivir en bola, estar junto con pegado, la uña con la mugre, el cafe con la leche, convivir como un muegano, ser montonero, trasladarse a cualqueir lado con toda la parentela y las mascotas y demas personajes avecindados que se consideren importantes.


Uno puede ser invitado a una fiesta de quince años, pero es un pase oficial para que asistan tus papas, hermanos, tios y primos. Este fenomeno se observa en cualquier evento masivo como ir a la misa, ir de compras, ir al medico, salir a cenar por la noche, ir a un festival escolar, en fin. Se tiene que hacer en bola. Y creo que aqui entiendo como hemos creado la ciudad mas poblada del mundo. Primero se fueron unos, estos invitaron a la gran ciudad a sus hijos, los hijos a los amigos, los amigos a sus papas y asi hasta el infinito. Cuando pienso en la ciudad de Mexico, realmente creo que a los mexicanos nos gusta convocar grupos y reunirlos con cualquier fin, alli esta la manifestacion, el mercado rodante, el desfile, el mitin politico, los festejos de independencia y hasta el mismo carnaval veracruzano, total, en bola nos gusta estar y se puede: gente es lo que sobra.


Y al contrario de los suecos que son sacudidos en sus mas profundos cimientos si alguien habla fuerte, llora, se rie a carcajadas o exhibe cualquier tipo de intensidad, al mexicano nos gusta el ruido, la musica escandalosa, el ambiente, el desmadre, la gente, la chorcha, la platica, la sobremesa de 5 horas.


Quiza ese roce social intenso, nos hace ser lanzados, preguntones, interesados en lo que hace el vecino y hasta cierto punto metiches y opinamos cuando nadie nos lo ha solicitado. Y estas cosas no se hacen aqui, precisamente por el “respeto”.


Bueno y despues de esta reflexion picosa, me largo a hacer mi salsa.