jueves, 13 de diciembre de 2007

Más audio por fa

Una hermosa mañana de abril desperté de un riquísimo sueño, mi amado babie ya se había marchado a trabajar, así que me quedé en la camita relajándome. De pronto llegó a mis oídos un tímido silbar de avecillas, era muy quedo y parecido al sonido que hace una bicicleta cuando le falta aceite...(chida ilustración), ¡pajáritos! me dije y salté de la cama hacia la ventana para intentar encontrar de donde provenía aquella música de primavera. Ahora no recuerdo por qué relacioné el tamaño de los pajaros con su capacidad de silbar; resulta que estos pajaros eran bastante grandes y vestían de un azul rey con plumas blancas adornando sus alas, sin embargo yo esperaba ver unas aves pequeñitas y tiernas y no fue así.
A lo largo de mi estancia en Örebro, fui descubriendo poco a poco que los días transcurren tersa y pacíficamente y que el estilo es ser silencioso: es decir, los perros no ladran, los carros no claxonan, no hay vendedores que griten el nombre de sus productos, la gente habla muy despacito, en fin, raro es aquel que se atreve a subirle el volúmen.
Esto lo recordé por que hoy por la mañana escuché unos pajaros berreando y seguramente entrados en acalorada discusión dado el volumen de sus silbidos, ¡pajaritos! me dije...pero que raro, estamos en nuestro invierno tampiqueño de 25 grados...En fin que nuevamente corrí hacia la ventana y otra vez me volví a equivocar: el sonidazo venía de unos pajáritos tamaño llavero, pero que tenían una capacidad pulmonar cañona, ni hablar creo que estas mini aves mexicanas están muy a gusto en la chacota y sobre todo ejerciendo el más puro estilo del tropico mexicano: hay que hacer ruido.

1 comentario:

Angelica Jensen dijo...

Hola no entiendo mucho, vives en Suecia o en Mexico, pues en fin que amas a un sueco como se llama, si no es mucha la indiscreción?

Si quieres nos cuentas un poco mas para conocerte!